Agosto 2003
Premisa #1.
Es mejor ser espectador de la tristeza, fanático, y desearla y observarla, imaginar cómo sería tenerla, fingir que se sufre. Porque la tristeza profunda no desarrollada, como paradigma, es maximizadora de todo tipo de emociones, hermosas y destructivas; soberbias y enaltecedoras. Pero todo esto, todo el fingir y el desear con expectación, no deja de ser solo un teatro, un sueño pueril que permite sentir multiplicadamente.
Premisa #2.
Sentir la tristeza, vivirla, hacerla parte de uno mismo hasta que te robe el aire, hasta que se sienta tan profunda que invada la permisibilidad de ser feliz, eso ya no deja sentir multiplicadamente. De hecho, la tristeza cuando pega, es celosa. Y no deja sentir nada. No se deja sentir más que a ella misma.
Por lo tanto,
Más vale no alabar los estados de melancolía o desearlos bajo intentos estúpidos de aumentar fuerza o sabiduría. Porque una vez que se tienen, agostan la capacidad de ser feliz.
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