Ahora que todo mundo se está casando, yo misma me he preguntado… y nosotros, ¿para cuándo?
Y la verdad es que eso del casorio es un tema que merece la pena analizarse. Implica muchas más cosas que “…y vivieron felices para siempre”. Obvio no estoy aseverando que a todo mundo le pasa igual o lo siente igual, pero me baso en lo que observo en las parejas que me ha tocado vivir de cerca, como Piri y Gaby, que en realidad ellos son muy parecidos a nosotros.
Yo siempre había pensado que cuando me casara seguiría siendo igual de cool, pero mejor. Sería exactamente el mismo desmadre, pero ahora sin las miradas acusadoras de los progenitores en un domingo de cruda. Podría quedarme con mi esposo a crudear todo el domingo, a tener sexo y comer pizza.
Pero la realidad es otra. Y es que me he dado cuenta de que casarte es, lamentablemente, perder gran parte de tu coolness:
Primero, en las vísperas de la boda. Casi todo tu ingreso lo ahorras para tu casa, para la fiesta, para el vestido, para el viaje, lo cual significa que más o menos un año antes andas perreando cañón. Además, los preparativos absorben gran parte de tu tiempo (más como niña), y llega un momento que todo en tu vida gira en torno a la boda y quedas harta del tema.
Segundo, después de la boda. De nuevo, todo lo que ganas es para tener un hogar chido… y de verdad uno no tiene ni idea de cuánto dinero se puede ir en comprar chucherías para la casa hasta que no te sucede jejeje. Luego, vendrán los chamacos.. y más gastos.
Tercero, el cambio de vida en general. Desde antes de casarte, sufres una metamorfosis extraña que te lleva de ser una mocosa borracha, a ser una doñita. De repente prefieres quedarte a ver películas 3 fines de semana seguidos, ya no sabes las rolas que están de moda en los antros, y es más, ya ni sabes qué ropa está de moda porque te desconectas super cañón.
Cosa diferente sucede –creo yo– con la banda que se arrejuntan a vivir sin casarse. No se ven inmersos en todo ese kit de la bodita, y como bien que mal no existe ese cliché de permanencia, pueden estar exentos de los demás clichés que vienen juntos: la casa feliz con un perro, la ñoñoreta, la estufa más fresona, etc.
El caso es que yo, que en realidad nunca había tenido un inconveniente en casarme más temprano que tarde, ahora estoy pensando en aplazar la boda lo más que me permita mi sensatez. jajajaja. Básicamente lo que quiero decir es, que viendo a las parejas cercanas a mí que se han casado, digo: Gracias, pero no gracias.
Estoy a todísima madre así. La vida de soltera es la onda. Me gusta tener mi cuarto sólo para mí, mi cama sólo para mí, checar con Medina y atenderlo pero saber que llegada la noche se va a ir a su casa, y tener mi lana para comprarme lo que se me dé la gana sin darle explicaciones a nadie ni tener que pensar en un presupuesto para vivir en pareja. No quisiera casarme sin antes haber cambiado mi carro, viajado, rockeado hasta hartarme y de veras estar convencida y deseosa de dejar mi vida actual para convertirme en doña out of fashion. jajajaja.
Mi mamá dice que la banda joven está pasando por una etapa de egoísmo llevada al límite. Todo ese kit de “yo por qué voy a compartir mi dinero con alguien? Por qué voy a compartir mi espacio? Mi baño? Por qué me voy a comprometer en ceder cosas por amor, si así estoy a toda madre? Para qué chingados me caso?” es producto del individualismo de la raza, por eso curiosamente las morras se están esperando hasta el ultimísimo momento posible para casarse y van teniendo a sus chamacos ya casi cuarentonas, a penas en safe para que no les salgan malitos. No digo que la banda debería casarse joven, o vieja, o intermedia, y como la neta me da hueva ponerme a hacer un juicio sobre si está bien o mal, sólo me conformo con tener mi opinión al respecto, sin embargo, no está de sobra decir que los extremos nunca han sido buenos.
Medina y yo, desde que empezamos a andar hemos dicho “en 2 años nos casamos” cada que alguien nos pregunta sobre el tema. Cumplimos 1 año, y decíamos en 2 años… cumplimos 2 años y decíamos que en otros 2… and so on. Pero ps ahora estamos seguros que serán 3 años de jodido. Claro, por él mejor que no lo esté chingando, porque casi todas las morras que conozco (casi, pero no todas), chingan y chingan a sus novios con eso del matrimonio, cosa que nomás no es mi estilo. Pero bueno, independientemente del aspecto chingativo y el instinto de urgencia que tenemos las viejas por casarnos (aunque muchas veces reprimido), afortunadamente Mr. Medina y yo estamos de acuerdo en que 3 años está bastante razonable. Para ese entonces, habremos rockeado interminablemente y ya nos va a urgir dejar el desmadre por un rato para ser ñoñores. Yo tendré 28, él 31 y así podré tener mis chamacos a los 30…. Claro, el plazo es 3 años o que Medina se empiece a quedar pelón, lo que suceda primero (ya saben que no quiero una foto de bodas con el novio calvo jajaja).
Y la verdad es que eso del casorio es un tema que merece la pena analizarse. Implica muchas más cosas que “…y vivieron felices para siempre”. Obvio no estoy aseverando que a todo mundo le pasa igual o lo siente igual, pero me baso en lo que observo en las parejas que me ha tocado vivir de cerca, como Piri y Gaby, que en realidad ellos son muy parecidos a nosotros.
Yo siempre había pensado que cuando me casara seguiría siendo igual de cool, pero mejor. Sería exactamente el mismo desmadre, pero ahora sin las miradas acusadoras de los progenitores en un domingo de cruda. Podría quedarme con mi esposo a crudear todo el domingo, a tener sexo y comer pizza.
Pero la realidad es otra. Y es que me he dado cuenta de que casarte es, lamentablemente, perder gran parte de tu coolness:
Primero, en las vísperas de la boda. Casi todo tu ingreso lo ahorras para tu casa, para la fiesta, para el vestido, para el viaje, lo cual significa que más o menos un año antes andas perreando cañón. Además, los preparativos absorben gran parte de tu tiempo (más como niña), y llega un momento que todo en tu vida gira en torno a la boda y quedas harta del tema.
Segundo, después de la boda. De nuevo, todo lo que ganas es para tener un hogar chido… y de verdad uno no tiene ni idea de cuánto dinero se puede ir en comprar chucherías para la casa hasta que no te sucede jejeje. Luego, vendrán los chamacos.. y más gastos.
Tercero, el cambio de vida en general. Desde antes de casarte, sufres una metamorfosis extraña que te lleva de ser una mocosa borracha, a ser una doñita. De repente prefieres quedarte a ver películas 3 fines de semana seguidos, ya no sabes las rolas que están de moda en los antros, y es más, ya ni sabes qué ropa está de moda porque te desconectas super cañón.
Cosa diferente sucede –creo yo– con la banda que se arrejuntan a vivir sin casarse. No se ven inmersos en todo ese kit de la bodita, y como bien que mal no existe ese cliché de permanencia, pueden estar exentos de los demás clichés que vienen juntos: la casa feliz con un perro, la ñoñoreta, la estufa más fresona, etc.
El caso es que yo, que en realidad nunca había tenido un inconveniente en casarme más temprano que tarde, ahora estoy pensando en aplazar la boda lo más que me permita mi sensatez. jajajaja. Básicamente lo que quiero decir es, que viendo a las parejas cercanas a mí que se han casado, digo: Gracias, pero no gracias.
Estoy a todísima madre así. La vida de soltera es la onda. Me gusta tener mi cuarto sólo para mí, mi cama sólo para mí, checar con Medina y atenderlo pero saber que llegada la noche se va a ir a su casa, y tener mi lana para comprarme lo que se me dé la gana sin darle explicaciones a nadie ni tener que pensar en un presupuesto para vivir en pareja. No quisiera casarme sin antes haber cambiado mi carro, viajado, rockeado hasta hartarme y de veras estar convencida y deseosa de dejar mi vida actual para convertirme en doña out of fashion. jajajaja.
Mi mamá dice que la banda joven está pasando por una etapa de egoísmo llevada al límite. Todo ese kit de “yo por qué voy a compartir mi dinero con alguien? Por qué voy a compartir mi espacio? Mi baño? Por qué me voy a comprometer en ceder cosas por amor, si así estoy a toda madre? Para qué chingados me caso?” es producto del individualismo de la raza, por eso curiosamente las morras se están esperando hasta el ultimísimo momento posible para casarse y van teniendo a sus chamacos ya casi cuarentonas, a penas en safe para que no les salgan malitos. No digo que la banda debería casarse joven, o vieja, o intermedia, y como la neta me da hueva ponerme a hacer un juicio sobre si está bien o mal, sólo me conformo con tener mi opinión al respecto, sin embargo, no está de sobra decir que los extremos nunca han sido buenos.
Medina y yo, desde que empezamos a andar hemos dicho “en 2 años nos casamos” cada que alguien nos pregunta sobre el tema. Cumplimos 1 año, y decíamos en 2 años… cumplimos 2 años y decíamos que en otros 2… and so on. Pero ps ahora estamos seguros que serán 3 años de jodido. Claro, por él mejor que no lo esté chingando, porque casi todas las morras que conozco (casi, pero no todas), chingan y chingan a sus novios con eso del matrimonio, cosa que nomás no es mi estilo. Pero bueno, independientemente del aspecto chingativo y el instinto de urgencia que tenemos las viejas por casarnos (aunque muchas veces reprimido), afortunadamente Mr. Medina y yo estamos de acuerdo en que 3 años está bastante razonable. Para ese entonces, habremos rockeado interminablemente y ya nos va a urgir dejar el desmadre por un rato para ser ñoñores. Yo tendré 28, él 31 y así podré tener mis chamacos a los 30…. Claro, el plazo es 3 años o que Medina se empiece a quedar pelón, lo que suceda primero (ya saben que no quiero una foto de bodas con el novio calvo jajaja).
Rico.
No comments:
Post a Comment